miércoles, 29 de agosto de 2012

EL CORREO EN CHILE DURANTE EL SIGLO XIX

EL CORREO EN CHILE DURANTE EL SIGLO XIX

En el siglo XIX, durante la República, el sistema de correo era muy precario en su funcionamiento, ya que no se contaba con recursos suficientes para mejorarlo y su pequeña población tampoco lo exigía. Se cuenta que por entonces la valija a Valparaíso transportaba apenas diez cartas al mes. Fue necesario que la población del país creciese y el territorio aumentara sus riquezas para que el Servicio de Correos de Chile se desarrollara.El 26 de septiembre de 1841, a ocho días de asumir el mando el presidente Manuel Bulnes, se hizo una gran celebración en lo que es hoy el edificio del Correo Central, entonces Casa de los Presidentes y sede de los cuatro ministerios. Los patios también fueron habilitados como salones.
Cuentan los cronistas que “en un cuadro hecho grabar por Gay y en los historiadores (Barros Arana, Encina, Agustín Edwards y otros) hállanse los detalles de la lujosa presentación en los numerosos salones con espejos y arañas de luces, banderas y medallones con inscripciones. También se encuentra muy divulgada la lista de los numerosos platos y bebidas de la cena, de los dulces y confites, de los cinco mil vasos de helados. No extraña aquella abundancia, pues era justo dar de comer y beber en proporción a esos 2.200 invitados desde las 9:30 de la noche hasta las 6 de la mañana”. Todo se inició con un hermoso coro del Himno Nacional, luego vinieron las contradanzas alternando con cuadrillas y valses. Los salones principales estaban divididos en secciones para las contradanzas y nadie podía bailar sin adquirir antes un número con el bastonero. Los invitados pasaban a la mesa de la cena en grupos de 260 y todo estaba cuidadosamente controlado. Había sastres, mozos, perfumes, vestidos, peluqueras, flores, adornos, zapatos de repuesto para solucionar cualquier percance propio del vértigo dela fiesta. “A la luz de la mañana y al apagarse la última cuadrilla, acaso de Mozart, o el último vals, tal vez uno del viejo Strauss, el Mariscal de Ancach y su esposa, la señora Delfina Pinto de Bulnes, despedían a sus millares de invitados”. Así fue como culminó la última gran fiesta en el antiguo Palacio de los Presidentes de Chile.Cuenta la crónica de la época que para el año 1843, la correspondencia entre Santiago y Valparaíso fue el primer paso en la organización del servicio postal. Para realizar este esfuerzo se había tenido que mejorar el camino con el fin de que los empresarios de coches pudieran realizar el viaje a diario. El arreglo de la carretera en el verano de ese año generó dificultades, ya que cuando los trabajos estaban en plena actividad, llegó hasta los camineros la noticia del incendio, que en esos días había destruido en Valparaíso muchos establecimientos comerciales, además de la imprenta de “El Mercurio”. El rumor de que se necesitaban trabajadores para la reconstrucción del lugar, amenazó con producir la deserción en masa de los jornaleros de la carretera. El contratista, en una actitud de temple, para sujetar a sus obreros realizó la primera alza colectiva de salarios de que se tiene historia, logrando así dejar la vía expedita en poco tiempo para permitir el paso diario de coches, lo que generaría luego un servicio de correo cotidiano. Los viajes en esos tiempos eran arduos y penosos. El carruaje que viajaba entre San Fernando y Santiago cambiaba siete veces de postillón, y aún así no lograba cumplir su trayecto en menos de 22 horas. El correo tenía mayor seguridad al viajar en coches que cuando viajaba con un hombre a caballo, ya que era muy difícil manejar a aquellos empleados y sus animales. Se cuenta que años antes el jefe de correos había reprendido seriamente a un mayordomo de fundo y contratista del servicio postal a quien sorprendió utilizando el personal y los caballos de los mensajes en faenas agrícolas. Esto lo vino a descubrir después de recibir muchos reclamos de personas que habían recibido después de las cosechas cartas que les habían enviado meses antes.
Cuenta el historiador Dinamarca que “en esa época, el Primer Mandatario, Manuel Bulnes, trasladó la sede de la Presidencia a la Casa de Moneda, y la antigua casona de losgobernadores fue entregada al servicio postal convirtiéndose en su sede central. Poco después, el correo se trasladó al edificio contiguo, que había ocupado la Intendencia santiaguina, la antigua Real Audiencia, actual Museo Histórico Nacional”.
Ocurría en aquellos tiempos que la llegada y salida de los correos desde la Plaza de Armas se convertía en un espectáculo muy atractivo para la población capitalina, que acudía apresenciar el dinámico ceremonial.El país comienza a avanzar en diversas áreas y su manifiesto crecimiento puede observarse durante el gobierno de Manuel Montt (1851-1861), y es entonces cuando nace el correo moderno en Chile, que dependerá directamente del Ministerio del Interior y de la Presidencia de la República. En 1852 se dicta la Ley Postal, cuyo
objetivo fundamental era congregar en un solo cuerpo legal todas las disposiciones y reglas que se aplicaban en el territorio desde hacía más de un siglo.Por medio de esta ordenanza se diferenciaron claramente tres sistemas de tarifas: urbanas, suburbanas e internacionales. También, desde entonces todas las oficinas postales del país quedaron bajo la dirección del Correo de Santiago. Se ordenó el franqueo previo de la correspondencia a través de “estampas de correos”, ya que las estampillas no existían entonces en Chile, aunque cinco meses más tarde revolucionaron los servicios postales con su arribo. Al interior de esa ley se ratificaban además los acuerdos suscritos en los congresos postales sudamericanos, que se habían llevado a cabo en 1838 en la ciudad de Bogotá, y en 1848 en Lima.William Wheelwright, un destacado ingeniero norteamericano instaló en Chile el sistema de telégrafo eléctrico, gracias al financiamiento del gobierno, que estaba interesado en continuar con la modernización del país. Wheelwright introdujo en Chile grandes adelantos, como la navegación a vapor y el alumbrado a gas. Fue así como el telégrafo chileno pudo convertirse en el primero que transmitió mensajes en América Latina. El tendido de la primera línea que unía Santiago y Valparaíso se hizo durante el gobierno de Manuel Montt.
Esa primera transmisión telegráfica que se hizo en Chile fue la de un mensaje del presidente don Manuel Montt desde un hotel de Valparaíso a la casa ubicada al frente, o sea, a través de un alambre de poco más de 15 metros. Nacía así el telé-grafo en la América del Sur en marzo de 1852. Cuenta la crónica que “el privilegio para explotar el invento de Morse se había concedido a Wheelwright, ya que tenía el del riel entre Santiago y Valparaíso. El 25 de febrero de 1852 se firmaba un convenio entre la empresa constructora del ferrocarril y los técnicos Gilis T. Brockertt y Teodoro Conneau por el cual éstos se comprometían a tender la línea telegráfica a la capital, vía Casablanca, en el término de seis meses y por un pago de 35 mil pesos”.
En el año 1853, gracias a un decreto, se dispuso el uso de buzones postales. Datos de la época dan cuenta del origen de los primeros buzones que fueron utilizados en el país. En principio llegaron desde Alemania y Francia, pero luego comenzaron a fabricarse en maestranzas nacionales. Y fue en el mes de abril de ese mismo año cuando comenzó a usarse de manera oficial la estampilla, y su pago debía hacerse efectivo por el remitente. Los primeros sellos que llegaron al país fueron grabados y estampados en Inglaterra. El primer gran envío, depositado en la Tesorería de Santiago, incluía 299.920 estampillas rojas, de cinco centavos, y 200.160 azules, de diez centavos.
Los buzones en Santiago y Valparaíso aparecieron en el año 1853, cuando el servicio de transporte y de correos se encontraba organizado con líneas hacia el norte y sur del país. El buen resultado de los buzones se pudo apreciar especialmente entre la capital y el puerto, ya que resultaba mucho más fácil enviar una carta desde puntos apartados de la ciudad sin tener que acercarse a la oficina principal tan alejada de sus viviendas, y mucho más económico que utilizar un mensajero especial. Este servicio apareció también en la misma época en la ciudad de Concepción, ya que en octubre del mismo año corrían las primeras diligencias para el servicio dentro de la ciudad y también para Talcahuano.
El 8 de diciembre de 1863, dos mil mujeres perecieron quemadas en el incendio que consumió el templo de la Compañía, gran parte de las víctimas pertenecía a la alta sociedad de Santiago y muchas de ellas eran socias de la congregación de las Hijas de María, institución llena de novenas, procesiones beatas y frailes. El objeto de la institución consistía en poner a sus socias en directa comunicación con la Virgen. Para esto estableció en la iglesia un servicio postal en que los ángeles y arcángeles de la corte celestial eran los carteros encargados de recoger las peticiones dirigidas a la Virgen que, misteriosamente y a altas horas de la noche, depositaban sus atribuladas hijas en el buzón.Ese incendio enlutó a todas las familias de la aristocracia capitalina y despertó la conciencia ciudadana para crear el Cuerpo de Bomberos de Santiago.La población de Chile en 1860 llegaba a 1.800.000 habitantes, cifra que en 1870 aumentaría a 2.100.000. En ese momento Santiago apenas sobrepasaba los 100.000 habitantes. Trece años después de la creación de la estampilla, en 1853, Chile puso en circulación su primer sello postal. Éste llevaba la efigie de Colón con un porte de 5 centavos. Las estampillas fueron grabadas en Londres por Perkins Bacon y Co. Las primeras emisiones de los sellos se cortaban con tijera ya que venían sin dentar. En 1854, los sellos comenzaron a fabricarse en Chile por el impresor Gillet, quien usó las planchas inglesas originales. La imagen de Cristóbal Colón fue elegida como figura única de los sellos postales chilenos y se mantuvo vigente durante más de medio siglo. Los primeros 80 sellos de cinco centavos fueron destinados por la administración de correos al franqueo de una circular emitida a las oficinas postales para enseñar a los funcionarios acerca de su uso. A pesar de esta verdadera campaña comunicacional de la época, el tráfico postal disminuyó en gran medida, en un comienzo debido a la confusión de empleados y usuarios con el antiguo sistema en donde el pago del envío debía solventarlo el receptor de la correspondencia, escrito a mano en la cubierta del sobre El gran problema era el alto analfabetismo que existía aún en el país, aunque se cuenta que había escritores de cartas, que cumplían con ese oficio por muy pocas monedas, y ayudaban con su caligrafía a redactar misivas de diversos tipos para satisfacer las necesidades de sus usuarios, por asuntos de trabajo, penas de amor, despedidas, anuncios de viaje o rigores del duelo. Cuando Chile ingresó a la Unión Postal Universal, U.P.U., fueron clausurados de manera oficial todos los servicios extranjeros. Correos continúa con su proceso de desarrollo y en 1854 se dicta una ley que crea el cargo de Director General de Correos, con lo cual serían centralizadas todas las comunicaciones en una sola institución jerárquica. El puesto fue asumido por Francisco Solano Astaburuaga, economista, abogado y geógrafo, quien se mantuvo en el cargo hasta 1869. Solano fue además político, ministro y diplomático en Estados Unidos y otros países. Entre sus obras se cuentan “Los jeroglíficos en la Isla de Pascua” y el “Diccionario Geográfico de Chile”. Solano había estudiado en el extranjero el funcionamiento de las comunicaciones postales, y fue así como pudo aportar al país la “Ordenanza General de Correos de Chile”, su obra fundamental. El correo siempre tuvo como idea central cubrir todas las zonas del país, aun las más lejanas o de poblaciones pequeñas, hecho que no se había producido ni entonces ni ahora por parte de los servicios particulares. Para el correo chileno no era posible contar con oficinas y trabajadores postales que estuviesen permanentemente en todos los pueblos, y para resolver esa necesidad se creó un servicio especial de “estafetas”, que eran personas seleccionadas entre los vecinos, elegidos por su honestidad y por el respeto del que eran poseedores, y también por su lugar de residencia, que ellos mismos cedían para que funcionasen como oficinas postales.
Eduard Poeppig, en su libro “Un testigo de la alborada de Chile” (1826-1829), se refiere al correo diciendo que se suspende, entre Santa Rosa de Los Andes y Mendoza, “en los peores meses del año, pese a la labor de arrieros `seguros y resistentes´. A veces hay que lamentar el desbarrancamiento de las mulas, pues las empinadas laderas se cubren con una capa uniforme de nieve helada, tan lisa como los techos de iglesias góticas, y si se resbala en ellas una mula, rueda hasta el fondo del precipicio, siendo doblemente sensible si llega allá con vida, pues es incapaz de subir de nuevo a la altura, teniendo que sufrir una terrible muerte por hambre”. Otra historia que refiere Poeppig muestra cómo, en 1828, naufragó un buque inglés que se dirigía de Nueva de Gales del Sur a Valparaíso, y ello ocurrió en la desembocadura del Imperial (el “Cautén” de los indígenas). Los araucanos los asaltaron robando cuanto poseían y trataron de asesinar a los tripulantes, pero un blanco que pasaba por allí amenazó a los nativos con “una sangrienta venganza de la República”. Así lograron escapar con vida y llegar a Concepción ¿Quién era ese blanco, hombre de bien? Poeppig lo dice: “Era el correo que el gobierno envía una vez al mes desde Concepción a Valdivia y Chiloé, de acuerdo con un convenio celebrado con los indígenas. El sistema de correos está más o menos bien organizado en Chile, pues existe el transporte de la correspondencia por tierra, en línea casi recta, entre Copiapó y Chiloé, y gracias al incremento  amigos. Así, la acción de un inglés inició este nuevo intercambio postal. Era innegable que el tráfico postal había logrado instalarse en el mundo demostrando ser una fórmula efectiva para permitir el crecimiento de amplios sectores de la sociedad. Pero había llegado el momento —y la experiencia adquirida lo avalaba— de dotar a correos de una institucionalidad propia, y con esta idea las autoridades replantearon el servicio postal a través de la creación de una Ordenanza General de Correos. Juan Miguel Riesco y Astaburuaga trabajó junto a equipos de expertos en la creación de un anteproyecto para presentar al gobierno, y en 1857 éste fue enviado al Congreso. El cuerpo legal fue aprobado y entró en vigencia en 1858. Una disposición de esta ley expresaba que el correo debía ser el más eficiente sistema para transportar la información y la cultura; ahora, el correo chileno disponía de un ordenamiento legal que recogía toda la práctica y conocimiento de los siglos anteriores y pasaba a constituirse en una de las instituciones más importantes del Estado.La Ordenanza funde los correos y el telé-grafo, de tal manera que todas las oficinas del telégrafo empiezan a depender de la administración del área postal. Toda la legislación sobre relaciones laborales se compila para redactar un documento que será precursor del Estatuto Funcionario. En ese momento se definen además las tarifas postales y telegráficas. La Ordenanza del comercio se ha logrado que durante el verano sea despachado cada dos semanas un correo de Santa Rosa a Mendoza y Buenos Aires, que hace el viaje también en invierno, en cuanto lo permite la nieve. No existe, sin embargo, ninguna clase de despacho de correspondencia en el sentido lateral de la gran ruta descrita”.En la navidad de 1871 se distribuyeron por primera vez en Chile tarjetas de Navidad y Año Nuevo. Se imprimieron seis mil, pero pronto debieron encargarse más. Fue el invento en 1844 de W. E. Dobson, de la Royal Academy, quien recibió, ese año, un obsequio postal enviado por un amigo. Para retribuir esa atención dibujó en una cartulina de Bristol una escena familiar en donde se veía a un grupo cenando el pavo tradicional de la celebración. A la Navidad siguiente, el destinatario hizo imprimir el dibujo de Dobson y lo envió a sus General de 1858 es el documento histórico más importante en el área de las comunicaciones postales del territorio nacional y se convierte en el eje de la historia del correo chileno.Un hito muy importante, en cuanto a la ampliación del rango de usuarios cubierto hasta el momento, se produce durante los gobiernos de Montt, Pérez y Errázuriz, entre 1851 y 1876, cuando se descentralizó el servicio postal extendiéndolo hacia los barrios más humildes, desde donde comenzaban a surgir nuevos usuarios del servicio. Eran aquellas personas que estaban aprendiendo a leer y escribir y optaban ahora por acceder a la comunicación escrita. Cabe señalar que las instituciones del Estado estaban preocupadas de apoyar la alfabetización de estos sectores de la población, así como de la instrucción primaria, pero debe considerarse que las sociedades y uniones mutualistas de trabajadores cumplían aquí un papel muy destacado, demostrando un espíritu y conciencia solidaria que auguraba un porvenir de mayor cultura para la población.Cuenta don Manuel Dinamarca que en ese momento “Santiago fue cubierto con una red de buzones urbanos en los cuales había inscripciones de los horarios en que se retiraba la correspondencia y, además, pequeños carteles invitando a la gente del pueblo a comunicarse mediante una carta. Incluso los cerebros de la publicidad postal fueron más lejos y, para estimular la necesidad de escribir, rebajaron las tarifas y eliminaron el cobro de los carteros”. Aun así, no faltaban a veces los espíritus destructores, acerca de los que tanto escribió Joaquín Edwards Bello, y que abundan en nuestro país, que en cuanto observaron la presencia de estos singulares buzones, más de alguno optó por lanzar en su interior un fósforo encendido para luego ocultarse tras la sombra. El 6 de agosto de 1862, la Ley de ferrocarriles obliga a toda empresa ferroviaria a conducir gratuitamente las valijas de correspondencia, al empleado de correos y a los estafeteros que la renta de correos creyera conveniente establecer en las líneas de ferrocarril. Se diseñaron marcas y timbres para señalar el hecho de que se transportarían por esta vía, las que al parecer eran aplicadas al primer sobre de la carga de correspondencia, ya que estas primeras marcas son bastante escasas. Posteriormente comenzaron a usarse matasellos con fecha, los que eran puestos sobre las cartas por los empleados de correos, mientras iban en los vagones de ferrocarriles clasificando la correspondencia.El 19 de octubre de 1867, apareció en el diario “El Meteoro”, de la ciudad de Los Ángeles, un artículo escrito por el periodista Ruiz Aldea titulado “Cualidades personales”, donde el humor y la crítica siempre certera sorprende: “Finja que tiene mucha correspondencia y que por todos los correos le escriben varios sujetos sobre diferentes asuntos; así es que cuando por casualidad reciba alguna carta, váyase leyéndola por la calle, haga ademanes, gesticule, pronuncie algunas palabras en voz alta para que las oigan los transeúntes y se pierdan en conjeturas acerca de su sentido. Si nadie le escribe, lo que en verdad es muy cierto, bastará con que se eche al bolsillo cualquier papel viejo, aunque sea el forro de los diarios, y salga del correo haciendo las mismas pantomimas y diciendo a todo el mundo: “Hombre, se confirman las noticias, acabo de recibir carta del ministro”.Los nuevos servicios postales que aparecieron en el mundo en el siglo XIX, surgieron como respuesta a la necesidad de los usuarios para los cuales ya no sólo era vital enviar mensajes de la forma más veloz posible, sino que ahora una nueva prestación exigía entrar en escena para resolver el despacho urgente de dinero. Nace así, en Chile, el giro postal, servicio promulgado en 1868, mediante un Decreto dictado por iniciativa del ministro Miguel Luis Amuná tegui. Estas nuevas prestaciones incluían, además de los giros postales, los reembolsos de dinero, la venta de libros, periódicos y obras de arte, las letras de cambio y la apertura y administración de cuentas de ahorro.El escritor chileno Oreste Plath cita el manual “Pensamientos para postales y versos amorosos”, el que permitía que los galanes de pocas luces usaran pensamientos ajenos para saludar a sus enamoradas. Y la nostalgia comienza a velar el verdadero rostro de las viejas navidades criollas, que no fueron ni tan alegres ni tan graciosas. Un diario de 1872 lamenta: “Nada nuevo, nada de hermoso, nada que pudiera recrear la vista se encontraba en esa gran hilera de ventas. Aquí el cabo de una vela de sebo colocado en un extremo de un palo, trataba de alumbrar una mesa coja que sostenía algunas frutas y que estaba rodeada de hombres o mujeres tendidos en el suelo; más allá una fonda, para que no creyeran los parroquianos que no había alfombrado y que sólo no se ponía por encontrar mejor el suelo raso. Un pedazo de colcha cubría la entrada”.De gran importancia fue el papel que cumplió el correo durante el gobierno de Aníbal Pinto (1876-1881), cuando comenzó la Guerra del Pacifico, ya que el telégrafo, junto a los cables y la correspondencia informaban acerca de las confrontaciones y las actividades militares, políticas y económicas de la contienda. Cuenta el historiador Dinamarca que “la rueda alada en los uniformes fue el distintivo de los hombres del correo. En un hombro portaban la mochila con la correspondencia, y en el otro, la carabina para combatir y defender los envíos postales. Más de alguna vez, y debido a su nivel cultural, mejor que el de la mayoría de la población, a estos sacrifi-cados hombres les cupo la responsabilidad de oficiar de corresponsales de guerra”.En ese momento, los trabajadores postales eran reclutados y movilizados junto con las tropas hacia el frente, en puestos de gran riesgo y también en la retaguardia. Cabe destacar que tanto las postas como las oficinas de correo eran dispuestas simultáneamente con la ocupación de las tropas colaborando con las fuerzas militares y marcando soberanía en los territorios ocupados. Desde la Guerra de la Independencia, los trabajadores del correo llevaban uniformes semimilitares, y esta característica se acentuó durante la Guerra del Pacífico.En 1882, el arquitecto señor Ricardo Brown cumplió con la tarea de levantar el primer edificio propio de la empresa postal de Chile, aprovechando muros restantes diseñó los planos de un inmueble de dos pisos al estilo neoclásico, con dos columnas a cada lado de la entrada principal y una fachada lisa.La relación del correo chileno y los correos del resto del mundo ha sido permanente, y de la misma manera ha estado ligada a la Unión Postal Universal. Cuando se realizó, en 1878 en París, el Segundo Congreso, Chile fue representado por el escritor y diplomático Alberto Blest Gana, quien elevó la solicitud de ingreso a la entidad internacional. Posteriormente, el Congreso chileno estudiaría sus normas constitucionales. En el ingreso a la U.P.U. del correo chileno hay dos hitos importantes. Uno es de 1880, cuando se dictó una ley mediante la cual Chile aceptaba las capitulaciones de la Convención de París y autorizaba al Presidente de la República para que firmara la adhesión a ella. Y el segundo, se produjo el día 1° de abril de 1881, cuando el Protocolo fue firmado oficialmente. Desde ese momento Chile pasa a formar parte del “territorio mundial postal”, y ha estado presente en todos los congresos y convenciones de la U.P.U. Se destaca también por su participación como cofundador de la Unión Postal de las Américas y España, UPAE, actual UPAEP por la incorporación de Portugal, la que se proyectó como la filial continental de la U.P.U.  El intercambio cultural que comenzó a gestionarse a través del correo, le otorgó a éste un rol de gran importancia cuando comenzó a circular a través de él la suscripción y distribución de diarios y revistas. Poco tiempo después los usuarios podrían adquirir incluso obras literarias a precio de oferta en las oficinas postales. El 27 de mayo de 1884 se publicó una norma que autorizaba la venta de libros de autores nacionales con un 10% de ganancia para el correo. En mayo de 1887 fueron normalizadas las disposiciones generales sobre encomiendas en los tiempos modernos por la Unión Postal Internacional, y desde entonces, Correos de Chile puso en funcionamiento el sistema, a nivel nacional e internacional.El 31 de marzo de 1889 se fundó la Sociedad Filatélica de Santiago, entidad que más tarde dio origen a la Sociedad Filatélica de Chile. En 1892, Chile adhirió al protocolo firmado durante el Congreso de la U.P.U., lo que se tradujo en un conjunto de cambios para los servicios postales del país, en su mayoría relacionados con las prestaciones internacionales como el tráfico postal, giros, transporte, cambio de monedas y encomiendas.Escribió Dinamarca que “las postrimerías del siglo XIX si no trajeron el fin del mundo que muchos temieron, significaron para Chile una guerra civil que concluyó con la muerte del Presidente José Manuel Balmaceda y una crisis a todo nivel, que también alcanzó los diversos estamentos del correo. Superado el grave conflicto, y a medida que el orden se reinstauraba en el país, los servicios postales recuperaban su normal funcionamiento”.En 1876, el primer ferrocarril de San Rosendo a Angol se termina de construir, y junto a los peones chilenos trabajaron 400 mapuches. La construcción del puente del Malleco se convierte en el gran salto que une la zona central con la frontera, inaugurado por Balmaceda en 1890. Muchas obras públicas fueron realizadas durante la presidencia de Balmaceda, y entre ellas se encuentra el edificio de Correos y Telégrafos de Concepción.El puerto de Valparaíso contaba en 1895 con 121.600 habitantes, cifra que para 1905 ascendía a 162.000, lo que demuestra que en un periodo de 10 años tuvo un aumento del 40% de su población, de la cual 12.000 eran extranjeros. El 12 de agosto de 1896 el ministro del Interior, don Pedro Montt, autoriza al Administrador Principal de Correos de Valparaíso para que gire contra la Tesorería Fiscal 148 pesos para  A pesar de no contar con tarifas reducidas, las tarjetas postales privadas hacen su aparición en Chile en 1897, traídas desde el extranjero por representantes austriacos y alemanes. Este hecho motivó a los señores Carlos Brandt y Carlos Kirsinger, emprendedores extranjeros avecindados en Valparaíso, a interesarse por editar, publicar e importar sus tarjetas postales, donde destacan imágenes del Valparaíso urbano y marítimo, la Belle Epoque, el romanticismo, caricaturas, escenas infantiles, así como impactantes imágenes del terremoto de 1906 que asoló al puerto, dejando un conmovedor material gráfico como memorial de la arquitectura, las artes y las costumbres nacionales.En 1898, época de la República Parlamentaria, durante el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren, asumió como Director de Correos y Telégrafos fusionados Carlos Lira Carrera, importante personaje que tendría gran trascendencia en la historia de las comunicaciones postales de Chile. Fue él quien dio a la publicidad valiosas obras sobre la comunicación postal, escritos que significan un gran aporte en la recuperación de la memoria histórica de esta entidad. También cuenta como parte de su legado una colección de leyes, ordenanzas y disposiciones sobre el correo, cuyo objetivo era capacitar a los trabajadores postales chilenos.El 7 de septiembre de 1900, se prueba en Chile, en la Escuela Militar, el telégrafo sin la cancelación de la confección de los timbres y la instalación y pintura de once buzones. La recolección de la correspondencia era realizada desde los buzones por carteros, que para 1898 ya sumaban doce funcionarios en Valparaíso. Ellos realizaban cinco recogidas diarias e igualcantidad de distribuciones de correspondencia a través de los cerros y el puerto comenzando a las 6 de la mañana.
Edificios de correos de Chile



Constanza fernandez




TRANSPORTE MARÍTIMO EN CHILE


Los dos primeros submarinos construidos en Chile

Hacia 1866, y según precisa el historiador Francisco Antonio Encina en su
“Historia de Chile”: “un enjambre de inventores de torpedos, brulotes, minas
eléctricas, buques cigarros (submarinos), casi la totalidad semilocos, asediaban
a toda hora al Gobierno chileno, ofreciéndoles sus inventos que destruirían
infaliblemente la escuadra española”, que por aquellos días bloqueaba
el puerto en el marco de la guerra de Chile y Perú con España.
Así fue como se presentaron dos prototipos de submarinos. Uno del
ingeniero Gustavo Heyermann, construido en Santiago, que apenas
tocó agua se hundió y el del inmigrante Karl Flach, ex marino alemán, el
que por ese entonces se desempeñaba en los astilleros Duprat en
Valparaíso. Ante la guerra contra España, Flach mostró los planos de un
submarino, argumentando que podría atacar por sorpresa al enemigo.
La leyenda dice que, al escuchar la idea, el Presidente de entonces, José
Joaquín Pérez, preguntó: “¿Y si se chinga?”.
¿Cómo era el submarino?
Karl Flach era ingeniero de profesión y había fabricado cañones de
retrocarga que eran una novedad para la época y, por último, Alemania
era una potencia militar que ya tenía su propio submarino, así que su
proyecto fue respaldado y le encargaron la construcción de la nave. Se
trataba de un sumergible de 12,5 mts. de largo, 1,5 mts. de ancho, con
casco reforzado con capacidad para seis tripulantes provisto de una
escotilla de acceso y capaz de alcanzar una velocidad de 2 a 3 nudos.
Estaba totalmente hecho de fierro y tenía un peso cercano a las 100
toneladas. Se impulsaba a propulsión humana, con pedales que movían
sus dos hélices, y se hundía con un ingenioso sistema de arrastre de
pesos de un lado a otro de la nave. Además, contaba con dos cañones
y una escotilla. No tenía periscopio, por lo que, cada tanto, debía salir a
la superficie para saber si iba en la dirección correcta.
Pasadas con éxito las primeras pruebas, su constructor con la más absoluta
confianza en su modelo invitó a sumergirse al Presidente de la República,
José Joaquín Pérez, quien rehusó diplomáticamente la invitación.
Estando todo preparado y dispuesto, el submarino se sumergió para no
volver a la superficie, pereciendo todos sus tripulantes. Murieron 10
personas a bordo, entre los que estaba su creador, Karl Flach y su hijo.
La rebusca fue inútil durante todo el día y resto de la semana. Nadie vio
el reguero de burbujas por donde se les escapaba la vida a esos valientes
precursores de la navegación submarina.

Los dos primeros submarinos construidos en Chile

Hacia 1866, y según precisa el historiador Francisco Antonio Encina en su
“Historia de Chile”: “un enjambre de inventores de torpedos, brulotes, minas
eléctricas, buques cigarros (submarinos), casi la totalidad semilocos, asediaban
a toda hora al Gobierno chileno, ofreciéndoles sus inventos que destruirían
infaliblemente la escuadra española”, que por aquellos días bloqueaba
el puerto en el marco de la guerra de Chile y Perú con España.
Así fue como se presentaron dos prototipos de submarinos. Uno del
ingeniero Gustavo Heyermann, construido en Santiago, que apenas
tocó agua se hundió y el del inmigrante Karl Flach, ex marino alemán, el
que por ese entonces se desempeñaba en los astilleros Duprat en
Valparaíso. Ante la guerra contra España, Flach mostró los planos de un
submarino, argumentando que podría atacar por sorpresa al enemigo.
La leyenda dice que, al escuchar la idea, el Presidente de entonces, José
Joaquín Pérez, preguntó: “¿Y si se chinga?”.
¿Cómo era el submarino?
Karl Flach era ingeniero de profesión y había fabricado cañones de
retrocarga que eran una novedad para la época y, por último, Alemania
era una potencia militar que ya tenía su propio submarino, así que su
proyecto fue respaldado y le encargaron la construcción de la nave. Se
trataba de un sumergible de 12,5 mts. de largo, 1,5 mts. de ancho, con
casco reforzado con capacidad para seis tripulantes provisto de una
escotilla de acceso y capaz de alcanzar una velocidad de 2 a 3 nudos.
Estaba totalmente hecho de fierro y tenía un peso cercano a las 100
toneladas. Se impulsaba a propulsión humana, con pedales que movían
sus dos hélices, y se hundía con un ingenioso sistema de arrastre de
pesos de un lado a otro de la nave. Además, contaba con dos cañones
y una escotilla. No tenía periscopio, por lo que, cada tanto, debía salir a
la superficie para saber si iba en la dirección correcta.
Pasadas con éxito las primeras pruebas, su constructor con la más absoluta
confianza en su modelo invitó a sumergirse al Presidente de la República,
José Joaquín Pérez, quien rehusó diplomáticamente la invitación.
Estando todo preparado y dispuesto, el submarino se sumergió para no
volver a la superficie, pereciendo todos sus tripulantes. Murieron 10
personas a bordo, entre los que estaba su creador, Karl Flach y su hijo.
La rebusca fue inútil durante todo el día y resto de la semana. Nadie vio
el reguero de burbujas por donde se les escapaba la vida a esos valientes
precursores de la navegación submarina.

Los dos primeros submarinos construidos en Chile

Hacia 1866, y según precisa el historiador Francisco Antonio Encina en su
“Historia de Chile”: “un enjambre de inventores de torpedos, brulotes, minas
eléctricas, buques cigarros (submarinos), casi la totalidad semilocos, asediaban
a toda hora al Gobierno chileno, ofreciéndoles sus inventos que destruirían
infaliblemente la escuadra española”, que por aquellos días bloqueaba
el puerto en el marco de la guerra de Chile y Perú con España.
Así fue como se presentaron dos prototipos de submarinos. Uno del
ingeniero Gustavo Heyermann, construido en Santiago, que apenas
tocó agua se hundió y el del inmigrante Karl Flach, ex marino alemán, el
que por ese entonces se desempeñaba en los astilleros Duprat en
Valparaíso. Ante la guerra contra España, Flach mostró los planos de un
submarino, argumentando que podría atacar por sorpresa al enemigo.
La leyenda dice que, al escuchar la idea, el Presidente de entonces, José
Joaquín Pérez, preguntó: “¿Y si se chinga?”.
¿Cómo era el submarino?
Karl Flach era ingeniero de profesión y había fabricado cañones de
retrocarga que eran una novedad para la época y, por último, Alemania
era una potencia militar que ya tenía su propio submarino, así que su
proyecto fue respaldado y le encargaron la construcción de la nave. Se
trataba de un sumergible de 12,5 mts. de largo, 1,5 mts. de ancho, con
casco reforzado con capacidad para seis tripulantes provisto de una
escotilla de acceso y capaz de alcanzar una velocidad de 2 a 3 nudos.
Estaba totalmente hecho de fierro y tenía un peso cercano a las 100
toneladas. Se impulsaba a propulsión humana, con pedales que movían
sus dos hélices, y se hundía con un ingenioso sistema de arrastre de
pesos de un lado a otro de la nave. Además, contaba con dos cañones
y una escotilla. No tenía periscopio, por lo que, cada tanto, debía salir a
la superficie para saber si iba en la dirección correcta.
Pasadas con éxito las primeras pruebas, su constructor con la más absoluta
confianza en su modelo invitó a sumergirse al Presidente de la República,
José Joaquín Pérez, quien rehusó diplomáticamente la invitación.
Estando todo preparado y dispuesto, el submarino se sumergió para no
volver a la superficie, pereciendo todos sus tripulantes. Murieron 10
personas a bordo, entre los que estaba su creador, Karl Flach y su hijo.
La rebusca fue inútil durante todo el día y resto de la semana. Nadie vio
el reguero de burbujas por donde se les escapaba la vida a esos valientes
precursores de la navegación submarina.






Paula Martí Ahumada 

chile en el siglo XIX


Proceso de emancipación americana y de Chile
Los sucesos que provocan la emancipación política de América Latina en su conjunto constituyen parte de un proceso histórico que transcurre entre 1808 y 1824. Iniciado aquí, en las llamadas Indias, como una respuesta al movimiento juntita desarrollado en España para defender los derechos de Fernando VII, prisionero de napoleon, tuvo en su comienzo carácter autonomista y federalista, para derivar finalmente en rebelión independentista. Se consuma con las guerras de independencia en toda América.
Este hecho de tanta trascendencia, ocurrido casi simultáneamente en casi todo el continente, ha sido objeto de interpretaciones múltiples. Sin pretender sostener que la emancipación puede ser explicada por el juego mecánico de causas y efectos, y sólo con el propósito de ilustrar respecto de la diversidad de criterio habido en el enfoque de un asunto asaz complejo, sintetizamos los motivos históricos considerados como causas de la independencia. Ellos pueden agruparse en dos grandes unidades:
Causas internas
Se les asigna valor negativo. La emancipación se ve como una lucha de reivindicaciones. Ellas serían: la deficiente administración, la relajación de costumbres, el régimen comercial de monopolio, la postergación de criollos y mestizos, el absolutismo y tiranía de la autoridad virreinal, las restricciones culturales y otras.
Causas externas
Tendrían carácter positivo; son hechos que promueven a la consecución del objetivo. Serían: la influencia de la filosofía de la llustracion, el influjo que ejercen en los criollos ilustrados los políticos europeos, la influencia de la revolucion francesa, el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos, el papel desempeñado por las sociedades secretas, la participación activa de los jesuitas expulsados, etc

Los hechos politicos y militares, definitorios del proceso, se enmarcan en tres momentos, originados por la aparición de tres coyunturas históricas de signo político, modificadoras de las estructuras vigentes en el tiempo. Ellas son:
La crisis monárquica de 1808, provocada por la abdicación de Fernando VII y Carlos IV a favor de Napoleón, cuya reacción es el movimiento juntista en España y América. En ésta, desde una actitud de fidelidad se deriva poco a poco al autonomismo separatista.
La reacción absolutista de 1814, que se manifiesta con la vuelta al poder de Fernando VII, quien desconoce la Constitución Liberal de 1812 e inaugura la política de pacificación de América. La respuesta americana al absolutismo fernandino será la propagación del ideal independentista a sectores sociales hasta ese instante ajenos al movimiento.
El movimiento liberal español de 1820, con el levantamiento de Riego, vuelve a imponer la constitución de 1812, desbarata el intento borbónico de enviar fuertes contingentes militares para pacificar América y causa la reacción de los grupos conservadores políticamente predominantes en México y Lima; estos grupos, para no someterse a los liberales españoles, favorecen ahora la independencia de sus regiones.

Emancipación nacional
En 1810, Chile desarrolló un proceso igual que otras colonias españolas que rompieron sus vínculos políticos con la metrópoli. El 18 de septiembre de ese año (día que hoy es nuestra fiesta nacional), el cabildo de la ciudad de Santiago delegó sus poderes en un grupo de siete personas que conformaron la primera Junta de Gobierno. Este acto fue el inicio de un proceso que culminaría con la independencia chilena de España, después de más de dieciséis años en los que se mantuvo un estado de guerra intermitente con las tropas españolas enviadas desde Perú.

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El Decreto que nos llamó chilenos
Casi a los sesenta días de la batalla de Maipú, los nacidos en Chile comenzamos a llamarnos chilenos. Esta fue nuestra primera carta de ciudadanía y ella se hizo extensiva a todos los aborígenes o indios del país.
Así lo publica un decreto fechado en Santiago, el 3 de junio de 1818 y publicado en la Gaceta Ministerial de Chile, el 20 del mismo mes.

Cultura
Lo considerado desarrollo cultural tiene que ver con el concepto de cultura que se maneje. Usualmente hablamos de alguien culto cuando esa persona maneja determinado tipo de conocimiento o tiene cualidades en su forma de hablar o vestir que se consideran "las correctas", así, la música clásica es culta, pero la Guaracha no parece serlo tanto.
Lo cierto es que desde un punto de vista social más complejo la cultura no es sólo la música, la pintura y el lenguaje, sino que todas las cosas que los seres humanos hacen y creen. También es incorrecto hablar de culturas mejores o peores.
Debemos tener claro que la cultura a que aspiraban las clases dominantes del país en este periodo histórico era la que veían en Europa, de esa forma comenzaron a crear universidades y seguir tendencias artísticas del viejo mundo, desechando la tradición cultural Latinoamericana de antes de la conquista de los españoles, considerándola muestra de atraso.

 Estefanía Monsalves Ojeda


el transporte maritimo en chile


                        TRANSPORTE MARITIMO EN CHILE
l terremoto que sacudió a Chile el sábado pasado ha provocado efectos en las actividades que desarrollan las navieras nacionales e internacionales en el país, debido principalmente a que los puertos de la zona centro sur -la más afectada por el sismo- sufrieron daños de diversa magnitud, y si bien varios de ellos han retomado sus labores, las operaciones en algunos aún permanecen suspendidas.
Según Hamburg Süd, los puertos del norte Iquique, Antofagasta y Puerto Angamos están completamente operativos, mientras que en el de Valparaíso, el terminal de contenedores que utiliza la compañía, TPS, está operando al 97% de su capacidad, tanto en carga seca como refrigerada.
En este puerto se encuentran funcionando los sitios 1, 2, 3 y 4 mientras que el sitio 5 por consideraciones de seguridad para los usuarios, mantiene suspendidas las operaciones a la espera de una evaluación de su estado estructural y definir su condición de uso.
A su vez, en el terminal donde opera Hamburg Süd en el puerto de San Antonio, STI, no se registraron daños de consideración, por lo cual, el 2 de marzo pasado reanudó sus operaciones. En cuanto a los puertos de San Vicente y Lirquén, tanto Hamburg Süd como la naviera chilena CCNI dicen no tener información aún sobre la condición estructural de estos terminales debido a los problemas de comunicación existentes en la zona. No obstante, informaciones del MOP indican que el sitio 1 y 2 de San Vicente se encontrarían paralizados, mientras que el sitio 3 se estaría evaluando si podría comenzar a operar durante los próximos días, pero que no tendría graves daños.
Respecto al de Lirquén, se sabe que estaría operando al 50% de su capacidad y que presentaría algunos daños en el patio y la superficie mayor, pero que el muelle y las grúas estarían en buen estado. Eso sí la empresa reconoce que realizará un seguimiento a la situación y que irá entregando mayor información a sus clientes.
Otras líneas navieras como APL y APL Logistics informaron que el terminal donde opera en el puerto de San Antonio está funcionando, pero con bastante congestión debido a la coyuntura. De hecho, indicó que su buque APL Colima, VO43 omitió recalar en San Antonio y desvió su recorrido.
De todas formas, la compañía sostuvo que actualizará constantemente el calendario de los buques, según la información disponible, y que tanto la entrega como el despacho de contenedores en el puerto de San Antonio continúa con retrasos moderados.
Junto con precisar que su complejo de almacenes en la Comuna de Pudahuel en Santiago está temporalmente cerrado debido a los daños del terremoto, pero que anunciarán oportunamente su reapertura, APL destacó que “están trabajando para restablecer las operaciones lo más rápidamente posible.
Navieras chilenas
Las navieras chilenas que operan en el país también se han pronunciado sobre el estado de los puertos nacionales y sus operaciones. “CCNI está trabajando intensamente para evaluar la situación y así poder retomar sus operaciones de acuerdo con la reactivación de los puertos más afectados del país”, dice un comunicado de la compañía.
Respecto a la carga, CCNI declara que “ya está recopilando la información necesaria para entregar a los clientes antecedentes fidedignos en relación con la coordinación de sus cargas de importación y exportación en los puertos más afectados: San Antonio, Valparaíso, San Vicente y Lirquén”.
Además, explica que debido a esta situación los itinerarios de CCNI deberán ser modificados hasta nuevo aviso, cancelando temporalmente las recaladas en los puertos de San Vicente y Lirquén.
Hace algunos días, el gerente general de la también chilena CSAV, Juan Antonio Álvarez, a través de un hecho esencial, informó que las pérdidas causadas por los daños estructurales y la paralización de actividades en las filiales y coligadas portuarias del grupo en la zona centro-sur, aún no se han cuantificado, pero que están cubiertas por los seguros comprometidos.
A pesar de todo, indicó que los puertos de esta zona están reanudando gradualmente sus labores y que “la compañía sigue operando normalmente la totalidad de sus actividades fuera del país, la coordinación  y monitoreo de esas operaciones que se realiza desde Chile no ha sufrido alteraciones”, enfatizó Álvarez.
Finalmente, el ejecutivo dijo que respecto a las operaciones en Chile, “la totalidad de las naves y remolcadores que atienden nuestras costas se encuentran 100% en condiciones de operar”.
Para otros usos de este término, véase Transporte (desambiguación). El transporte marítimo

nombre : Marcela muñoz

Historia del ferrocarril  en Chile durante el siglo XIX

A partir de la segunda mitad del siglo XIX el ferrocarril fue factor de progreso y desarrollo. Las vías comenzaron a extenderse a lo largo y ancho del país. El esfuerzo tesonero por imponer el ferrocarril en Chile se aprecia aquí en elementos relacionados con su historia y desarrollo. Sin duda este medio de transporte transformó la vida de la sociedad acortando las distancias y permitiendo la salida de productos hacia un mayor intercambio comercial.

El primer ferrocarril: De Caldera a Copiapó
El 25 de diciembre de 1851 fue inolvidable para Copiapó. Al ritmo de campanas y silbatos el primer tren que hacía un trayecto completo desde Calderahizo su entrada a la llamada capital de la plata, arrastrado por una locomotora bautizada con el mismo nombre de la ciudad: La Copiapó.wachureo 

El ferrocarril de Valparaíso a Santiago
En 1842William Wheelwright, presentó al gobierno de Chile un proyecto para la construcción de un ferrocarril entre Santiago y Valparaíso, capaz de cubrir en unas 8 horas el recorrido que hasta ese entonces tomaba varios días. Dicho proyecto fue aprobado, encargándose el estudio preliminar del trazado de la vía al italiano Hilarión Pullini.
En un decreto de ley del 19 de junio de 1849, el congreso otorga a Wheelwright el derecho exclusivo por treinta años para la construcción y explotación del ferrocarril.

La Red Norte
La antigua Red Norte de Ferrocarriles del Estado comprendía el tramo entre las ciudades de Iquique y La Calera, así como gran parte de sus ramales. Sus vías eran de trocha angosta (1 metro).
La Red Norte cesó sus funciones en 1975, debido a la baja rentabilidad que otorgaba. De la misma forma, los ramales que no habían finalizado sus servicios comenzaron a hacerlo de manera paulatina. Algunos tramos de la línea férrea fueron vendidas a empresas privadas, de las cuales algunas mantienen servicios de carga entre distintas localidades

El ferrocarril trasandino
El Ferrocarril Trasandino Los Andes - Mendoza era una línea ferroviaria que unía la ciudad de Los Andes con la ciudad argentina de Mendoza. Su trazado se iniciaba en la ciudad chilena y subía a través del río Aconcagua hasta Las Cuevas, en donde existía un túnel que cruzaba hacia Argentina. Luego, seguía por los ríos Las Cuevas y Mendoza hasta llegar a la ciudad del mismo nombre.
El Ferrocarril Trasandino fue inaugurado el 5 de abril de 1910, y finalizó sus operaciones en 1984. Su trocha era de 1 metro, y en la actualidad varios tramos se encuentran cubiertos por la nieve o están sin sustentación debido a la erosión del terreno.

La Red Sur
Se conoce como Red Sur de Ferrocarriles del Estado a la vía troncal desde Valparaíso hasta Puerto Montt y a todos sus ramales y subramales asociados.
Algunos de sus puntos más importantes son (o fueron), la estación La Calera, donde se conectaba con la Red Norte, la Estación Alameda (más conocida como Estación Central) en Santiago, y las estaciones ubicadas en las grandes ciudades desde Santiago hasta Puerto Montt (Talca, Chillán, Temuco, etc.).
Prácticamente toda la Red Sur fue construida por el Estado de Chile, inicialmente para unir a las pocas ciudades existentes al sur de Santiago y luego para integrar y establecer soberanía sobre los territorios de la Araucanía que iban siendo "colonizados" luego de desplazar a la población mapuche que la ocupaba originariamente.

El ferrocarril de Arica a La Paz
La línea ferroviaria que conecta las ciudades de Arica y La Paz fue construida entre 1906 y 1913, y se inauguró el 13 de mayo de 1913. Fue administrada en su totalidad por Chile hasta 1928, cuando Bolivia comenzó a administrar el tramo que transcurre por su territorio.

El ferrocarril de Antofagasta a La Paz
El Ferrocarril de Antofagasta a La Paz era una línea ferroviaria que conectaba ambas ciudades (chilena y boliviana, respectivamente), constituida a fines del siglo XIX como Antofagasta (Chili) and Bolivia Railway Company. Su trocha es de 1 metro.
Hasta mediados de los años 1970, la línea realizaba servicios de transporte de carga y pasajeros entre las localidades de AntofagastaOllagüe y La Paz. En la actualidad, la empresa Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia utiliza las vías para el transporte de carga desde y hacia Bolivia, y además conecta su línea con el Ferrocarril Andino de Bolivia, Ferronor en Chile, y Ferrocarril Belgranoen Argentina.

Otros ramales
Además de todos estas vías longitudinales la red ferroviaria chilena contó con un sinfín de ramales de carácter local, estando conectado casi todo Chile desde Iquique a Puerto Montt. Algunos de los ramales fueron:

 

Ferrocarril Chile – Argentina en 1936.




Opiniones propias:
Los ferrocarriles fueron muy importantes en el siglo XIX por lo cual es parte de la historia de Chile, y sus ciudadanos.
En los últimos tiempos no se han tomado en cuenta ya que hay medios de transportes más rápidos que los ferrocarriles, pero hay aun recorridos para la zona sur de Chile, la mayoría de la gente los utiliza para conocerlos y disfrutar de un viaje a lo antiguo.

>>Natalia Latin<<